Cómo convertir mi vivienda en una construcción eficiente

Tal y como comentábamos en nuestro anterior artículo sobre “el ecopostureo”, cada vez es más necesaria una tendencia hacia una sociedad responsable y comprometida con el medio ambiente. En este sentido, la mejora energética de nuestra vivienda debería ser uno de nuestros focos principales. Ante esta afirmación, nos surge una pregunta: ¿Qué es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en una vivienda sostenible? En muchas ocasiones la respuesta a esta pregunta es: Unas placas solares sobre la cubierta.

Nos gustaría aclarar que, una vivienda sostenible, o, mejor dicho, una vivienda energéticamente eficiente o de consumo de energía casi nulo, es mucho más que eso. Veamos los distintos modelos y las opciones que presenta un edificio.

Normalmente una vivienda unifamiliar necesita a partir de 6-9 paneles fotovoltaicos para abastecerse, dependiendo de su consumo eléctrico. A la instalación se le puede añadir almacenamiento con baterías, o en caso contrario, se volcará la energía captada no utilizada a la red a cambio de una retribución económica.

Normalmente, la decisión de incluir o no almacenamiento se toma tras un estudio de rentabilidad, donde se valoran los hábitos de consumo, la vida útil de las baterías, precios de la energía eléctrica, baterías, y del kWh volcado a la red. Además, no debemos perder de vista los residuos que supondrán las baterías eléctricas en unos años, ya que su vida útil oscila entre los 5 y 10 años.

Dentro de la regulación del autoconsumo, estas dos modalidades se clasifican en autoconsumo sin excedentes, es aquella en la que se dispone de almacenamiento, y autoconsumo con excedentes, cuando éstos son volcados a la red eléctrica.

La forma óptima de instalar las placas solares en un edificio, como ya es conocido, es sobre una cubierta con orientación sur sin sombras arrojadas. Cuanta mayor superficie disponible haya en la cubierta, mayor captación posible de energía. Pero lo que es determinante en la rentabilidad de la instalación es el porcentaje de superficie disponible de cubierta por vivienda, es decir, un edificio de viviendas plurifamiliar, puede no tener superficie suficiente para abastecer a todas las viviendas del edificio. Además de este condicionante puramente físico, la ley de autoconsumo no permite que la instalación de producción se conecte directamente a la instalación interior de cada vivienda, sino que la conexión irá a la caja general del edificio, y a partir de ahí, pactados unos coeficientes de reparto de forma previa, la distribución se dirigirá al contador individual de cada vivienda. Este es el modelo de autoconsumo colectivo estático, sin posibilidad de intercambio de excedentes entre vecinos.

En el caso de las viviendas unifamiliares, generalmente se cumplen los condicionantes para que la instalación de paneles fotovoltaicos sea rentable. Aun así, los hábitos de consumo de una vivienda son diurnos y nocturnos, por lo que la instalación fotovoltaica no cubre la demanda de la vivienda, y será requerimiento imprescindible estar conectado a la red o contar con un juego de baterías para el consumo nocturno.

A diferencia de los edificios de uso residencial, los edificios de oficinas e industriales son los que resultan más rentables para la instalación de paneles fotovoltaicos. La normativa no limita el uso de la instalación de producción y, además, el consumo se realiza principalmente durante las horas de sol, coincidente con el pico de producción de energía fotovoltaica.

La rehabilitación de mejora de la eficiencia energética de un edificio supone una serie de actuaciones que le confieren un carácter global. El primer paso es realizar un estudio de la eficiencia energética de la vivienda (o el edificio) por medio de la Certificación de Eficiencia Energética. La CEE es la herramienta disponible para valorar la demanda, los consumos y las emisiones de CO2 que produce la vivienda. A partir de este momento, las medidas de mejora se llevan a cabo en la envolvente térmica (fachada, ventanas, cubierta), en las instalaciones del edificio (calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria, iluminación) y, por último, la instalación de energías renovables (paneles solares térmicos, fotovoltaicos, geotermia, aerotermia).

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Pocas veces nos planteamos una reforma que incluya aislamiento térmico. A día de hoy no se valoran los beneficios que produce el hecho de “abrigar” nuestra vivienda.

Para hacernos una idea de la importancia que supone la envolvente térmica en un edificio, la normativa actual exige unos espesores de aislamiento térmico superiores a 10 cm para obra nueva, además de las altas prestaciones en las carpinterías exteriores. El modelo de edificio de consumo de energía casi nulo sólo puede conseguirse por este camino.

En consecuencia, se reducirá también el consumo de energía, las emisiones de CO2, e incluso el importe de las facturas.

El confort térmico que aporta el aislamiento también es indiscutible. Evita la sensación de fuga de calor, las condensaciones, el sobre-calentamiento de verano, mantiene la temperatura interior por largo tiempo y, además, proporciona una disminución del ruido exterior.

La sustitución de carpinterías exteriores, por modelos actuales en el mercado que tengan rotura de puente térmico, baja permeabilidad al aire, doble vidrio con cámara de aire, vidrios bajo emisivos y aislamiento en la persiana, es otra actuación en la mejora de la envolvente térmica de gran importancia.

A partir de aquí, se pueden ejecutar actuaciones del tipo protección solar, que son de alta eficacia para los meses de verano.

Se puede instalar el aislamiento en un edificio existente de tres maneras:

1. Por el exterior
2. Por el interior
3. Insuflado en la cámara de aire si dispone de ella

Siempre que sea viable, se recomienda colocarlo por el exterior, pues los beneficios son superiores. No se pierde superficie útil, se eliminan los puentes térmicos, se mejora la calidad de la fachada, y con ello se revaloriza el edificio. Se debe tener en cuenta que las actuaciones en fachada exterior han de realizarse de manera conjunta con toda la comunidad de propietarios.

Una vez reducida la demanda, el proceso de mejora en la eficiencia energética continúa por reducir el consumo y las emisiones que generan las instalaciones.

Esta actuación suele suponer la sustitución de las instalaciones del edificio por nuevos componentes de alto rendimiento y combustibles cada vez más limpios. Tanto la normativa como el mercado están en constante desarrollo en materia de descarbonización, y las instalaciones de más de 10 años se van quedando obsoletas.

Las instalaciones de calefacción y agua caliente sanitaria son las que más energía consumen en un edificio y CO2 emiten a la atmósfera. Para mejorar su eficiencia energética, proponemos sustituir las calderas por nuevos modelos disponibles en el mercado. Podemos encontrar las calderas de condensación, calderas de biomasa o bien bombas de calor aire-agua o tierra-agua, que son de alto rendimiento y no producen emisiones de CO2, aunque también precisan de emisores específicos, es decir, suelo radiante, fancoils o radiadores de baja temperatura. Aislar las tuberías y contar con válvulas termostáticas ayudará también a disminuir las pérdidas de calor y a conseguir una instalación más eficiente.

La mayor parte de los hogares dispone actualmente de equipos de aire acondicionado, y hoy día existen sistemas de refrigeración de alta eficiencia con muy bajo consumo eléctrico.

La instalación de iluminación puede mejorar su rendimiento mediante la sustitución de lámparas por otras de bajo consumo y de alta eficiencia energética, como es la iluminación led, y disponiendo de sistemas de control de iluminación, como son los sensores de presencia. El resto de equipos de consumo eléctrico y electrodomésticos, es conveniente que dispongan una calificación energética A o superior.

En última instancia y no menos importante, una vivienda necesita ventilarse a diario, y para evitar las pérdidas de calor, la mejor solución es instalar ventilación mecánica controlada con intercambiador de calor. Renovará el aire viciado de la vivienda por aire nuevo filtrado aprovechando el calor interior.

La instalación de placas solares es una mínima parte de todo lo que engloba una vivienda sostenible. Es importante conocer todas las posibilidades de mejora que presenta el edificio completo, para no quedarse en una pequeña acción y que a futuro resulte insuficiente.

En GLOVAL te acompañamos en el proceso de rehabilitación energética de principio a fin. Disponemos de un equipo técnico especializado en eficiencia energética y el cálculo de ahorro energético, que podrá asesorarte en el proceso realizando además un control de calidad y monitorización de la puesta en obra que verifique la correcta ejecución y de este modo para poder acreditarlo en la obtención de subvenciones o financiación sostenible. Ponte en contacto con nosotros, si necesitas más información sobre la rehabilitación energética de tu vivienda o sobre las subvenciones disponibles. ¡Será un placer ayudarte!