Arquitectura sostenible: los orígenes

Jose Luis Barrerapor Jose Luis Barrera3 noviembre, 2022

En 1994 un hallazgo cambio la concepción y conocimiento que teníamos de nosotros mismos: una expedición dirigida por el arqueólogo Klaus Schmidt, encontró un conjunto de templos edificados en piedra en Göbekli Tepe, colina ubicada al sur de la actual Turquía.

Esta noticia, aparentemente sólo reseñable para una publicación especializada, sorprendió al fechar las ruinas alrededor del 9.600 a.C., cuando anteriormente se consideraban los restos edificatorios más antiguos en unos 5.000 años a.C.

Orígenes arquitectura sostenible

Bueno, y ¿qué más da 4.000 años antes o después?, ¿qué tiene que ver esto con la arquitectura y el clima? Bastante, el asentamiento se prolongó entre el 9.600 y el 7.500 a.C., justo durante el evento climático denominado Dryas Reciente (Younger Dryas), que produjo una mini era glaciar (la última) y sequias como no somos hoy capaces de imaginar.  Esto motivó que los ocupantes hiciesen una destrucción organizada del conjunto (una desacralización del témenos, como si tuviesen esperanzas de volver en poco tiempo), y emigrasen, extendiendo la agricultura, sus técnicas y su herencia genética por el viejo mundo.

Arquitectura sostenible: ¿El mundo es inmutable?

Esta extraña introducción viene al caso, porque en nuestro pensamiento íntimo, tenemos el convencimiento que el mundo que conocemos (el clima, el territorio, la fauna y la flora) es inmutable, lo cual no es cierto, ha habido grandes cambios, muchos de ellos catastróficos e inmediatos [1], de los que nuestros antepasados han sido testigos y protagonistas, habiendo sobrevivido mediante adaptación a las nuevas circunstancias a través de la tecnología o de la emigración. Actualmente el hombre está presente en todas las tierras emergidas (incluso la Antártida), y ha desarrollado arquitecturas adaptadas a cada lugar, optimizando su modo de vida de acuerdo a la técnica y materiales disponibles, facilitando su conservación y mantenimiento durante su vida útil, y el retorno de los materiales al final de la misma; esto es lo que denominamos “Arquitectura Sostenible” [2]. Buenos ejemplos de esta arquitectura, es la arquitectura popular, que a lo largo de los tiempos ha sabido adaptarse a los tiempos, necesidades e innovaciones constructivas que han ido surgiendo, dentro de las posibilidades físicas y económicas del lugar.

La actual inquietud social surgida alrededor del concepto “cambio climático” ha modificado la percepción de la arquitectura bioclimática, a veces a través de normas administrativas simplificadoras, ¿cómo tiene en consideración sistemas de refrigeración tradicionales, o el uso de la vegetación?, y de metodologías creadas por empresas certificadoras de calidad, originarias de otras latitudes, que han extendido sus modelos hasta las nuestras, mostrándose en muchos aspectos ineficaces en su adaptación local [3].

Aspectos que influyen en la arquitectura sostenible

Me gustaría reflexionar, en posteriores entradas al blog en distintos aspectos, que de una manera conjunta u holística influyen en la arquitectura sostenible, favorable o desfavorablemente, tales como la ubicación, el urbanismo, el proyecto, los materiales, la técnica, el clima, la orografía y vegetación locales, etc, siempre de una forma posibilista, siguiendo el sentido común, atendiendo a las necesidades suscitadas. La observancia de estos aspectos, nos posibilitaría cumplir con los objetivos de las distintas normativas y sellos certificadores de calidad.

En este sentido nosotros, en Gloval, somos técnicos, especialistas en el mundo inmobiliario, valoradores, consultores e ingenieros, y sobre todo tenemos mucha experiencia y sentido común, y por ello, si compartes nuestras inquietudes, quieres asesoramiento eficaz para evitar problemas y mejorar la gestión y rendimiento de tus propiedades inmobiliarias, ponte en contacto con nosotros y permanece atento a nuestro blog. En el próximo artículo sobre la arquitectura sostenible, profundizaremos en el territorio.

[1] Sin recurrir a las referencias por todos conocidas (“óptimos climáticos” y “periodos fríos”), me limito a exponer algunos ejemplos como el hundimiento de Doggerland, tierras habitadas correspondiente a la superficie actual del mar del Norte, entre Escocia y Dinamarca, y que se sumergió entre el 6.000 y el 5.000 a.C. De igual manera podría exponerse la creación del mar Negro, que, siendo previamente un lago interior de agua dulce, debido a un sismo en el Bósforo, el Mediterráneo inundó la depresión hasta la situación actual alrededor de 5.000 años antes de nuestra era, o las menos conocidas inundaciones de San Marcelo en Países Bajos en la Edad Media. Disculpas por la transmisión de impresiones apocalípticas, no somos nadie…

[2] Prefiero esta simple descripción que otras más formales como la que indica “La arquitectura sostenible es aquella que tiene en cuenta el medio ambiente y que valora la eficiencia de los materiales y de la estructura de construcción, los procesos de edificación, el urbanismo y el impacto que los edificios tienen en la naturaleza y en la sociedad. Pretende fomentar la eficiencia energética para que las edificaciones no generen un gasto innecesario de energía, aprovechen los recursos de su entorno para el funcionamiento de sus sistemas y no tengan ningún impacto en el medio ambiente”.

[3] En este sentido, me remito al artículo escrito por Iñaki Ábalos publicado el 29/08/2022 en el Mundo denominado “la corbata y las ciudades calientes”, artículo del que recojo un párrafo: “¿por qué no nos satisface la eficiencia passivhouse? Hay una forma muy gráfica de entenderlo comparando las viviendas del norte de Europa con las propias de los contextos mediterráneos o castellanos: jamás una tipología tradicional andaluza ha funcionado en el norte de Alemania, ni una noruega puede funcionar en Alicante. Esta obviedad ha sido válida desde los primeros asentamientos hasta nuestros días”

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